La vida es un conjunto de casualidades y la historia de Piffa comienza, casi sin saberlo, en la primavera del año 2000 de la más bonita de ellas…
Mi nombre es Vanesa. Nací en Madrid en el año 1979 y es ahí donde resido, aunque siempre he estado muy arraigada a Extremadura de dónde proceden todas mis raíces. Crecí en el seno de una familia humilde como tantas otras y en dónde todos, cada cual a su manera, aportaba su pequeño grano de arena.
En casa, era bastante habitual ver a mi padre hacer todo tipo de manualidades y proyectos de ebanistería y, a mi madre elaborar verdaderas obras de arte creadas con tan sólo una madeja de hilo fino. Ese que además utilizaba para hacer “picos” de ganchillo y que tan bien le enseñó a tejer mi abuela.
Recuerdo también las tardes de elaboración de aquellas rosquillas envueltas en azúcar y su peculiar olor a anís y de cómo en ocasiones ese simple gesto, servía de excusa para una reunión familiar alrededor de la mesa redonda de la cocina.
Pero sobre todo, recuerdo haber crecido en un hogar con vivencias especiales y pequeños detalles, rodeado siempre de mucha cercanía y un máximo respeto hacia los animales y su entorno, en donde la tolerancia y honestidad han sido valores muy marcados y que, como no podía ser de otra manera, sostengo muy presentes hoy en día.
Tengo la dicha de ser una de esas personas que trabajan en lo que realmente le gusta pero, a pesar de lo que mucha gente pueda pensar, requiere también mucha dedicación, esfuerzo y constancia.
Éste trabajo me ha dado la oportunidad de conocer personas muy interesantes y diversas con profesiones muy variopintas de diferentes versiones artísticas. De todos ellos siempre he aprendido algo; lo principal y más resaltable, el respeto por el trabajo de los demás y tener conciencia de que no es necesario desprestigiar el de otros para engrandecer el propio.
Tras llamar a muchas puertas sin resultado, llegué a la determinación de que en ésta profesión la suerte no existe, existe el momento en el que el talento se encuentra con la oportunidad y para ello tiene que encontrarte trabajando. Así que, me puse manos a la obra y empecé a dar forma a éste proyecto dedicándole cada vez más horas hasta que pasó a convertirse en mi única ocupación laboral.
A pesar de que no todo el mundo tenga la capacidad de entender que ésta sea mi profesión y haya decidido vivir del arte, cuento a mi lado con el respaldo de familia y amigos a los que les estoy inmensamente agradecida ya que han desarrollado un papel importante siendo la principal fuente de apoyo en todo éste proceso.
Desde bien pequeña he tenido un alma intrépida con espíritu muy creativo y he sido una gran soñadora. Siempre me ha gustado estar aprendiendo técnicas diferentes para poder innovar en mis ideas y todo ello, plasmarlo en mis trabajos.
Me gusta soñar despierta pero tratando de no levantar los pies del suelo, con unas metas claras y alcanzables; nada de soñar en grande. A pesar de que en bastantes ocasiones me hayan aconsejado que hay que tener unos objetivos ambiciosos porque, luego la mitad se pierden por el camino yo, prefiero seguir siendo de esas personas con las ideas claras que van poco a poco y con paso firme, disfrutando de las vistas del viaje y almacenándolas todas ellas en la retina. Y entonces ahí, una vez alcanzado el final del trayecto, recomponerme y pensar en el siguiente…
Reconozco que siempre me ha gustado ser diferente y romper con los estereotipos de una sociedad ya impuesta. Crear mi propio estilo.
Me gusta fusionar tendencias muy diferentes siempre tratando de buscar el equilibrio y, un resultado particular y personal con una seña de identidad propia. Lo que yo llamo “ser muy Piffa”…
Una de las más importantes fuentes de inspiración la encuentro en la expresión artística hindú, concretamente en el ARTE MEHNDI pero, la fundamental y que cobra más importancia en mi trayectoria es, sin duda, el ARTE DE LOS MANDALAS. Fue su belleza hipnótica la que hizo que sintiera la necesidad de seguir formándome hasta llegar a ser una de las principales características y seña de identidad en mis trabajos.
Gracias a ese desarrollo personal he tenido también la oportunidad de impartir talleres artísticos en diferentes centros tanto a niños como a adultos.
Otro estilo que atrae especialmente mi atención es el arte flamenco; los lunares, las flores, la alegría que proyectan, esos volantes abriéndose paso a través de las curvas de la mujer que tan bien resaltan sus vestidos, sus flecos y peinetas y cómo no, sus bordados. Y por curioso que parezca, nunca he portado uno de sus trajes ni aprendido a bailar sevillanas pero, sí mantengo una “espinita clavada” que probablemente creara inconscientemente en su día ése vínculo especial desde que contaba con la edad de 12 años y haya sido la culpable de el hecho que me fijara en todo lo relacionado con ésa estética.
Soy una persona observadora y tremendamente perfeccionista a la que le gusta cuidar cada detalle haciendo así que cada una de mis piezas sea única. Aún que eso hace también que, a veces, sea demasiado exigente conmigo misma.
Mis creaciones hablan de mí; cuentan mi historia. Son mis diseños más especiales siguiendo un proceso puramente artesanal. Son el resultado de mis ideas tratando de transmitir toda mi esencia a través de las manos. Son el vivo reflejo de mis sueños ante la necesidad de aportar color a la vida.
Y en éste punto me encuentro; ante lo que posiblemente sea mi proyecto de vida y con en el que día tras día voy dando pasos de duende pero con firmeza de gigante.
Piffa es pasión, voluntad y vida; la mayor de mis locuras y el reflejo al afán de superación de quienes han sido mi mayor apoyo y también el mío propio, en dónde todo tiene un por qué y no hay nada elegido al azar.
Podría decirse que, Piffa es el resultado de un homenaje y un sueño materializado en el que encontrarás piezas diferentes y de calidad a unos precios razonables y nacidas desde el corazón; JOYAS CON ALMA…